domingo, 9 de agosto de 2009

Generación 2002


Vuelve Andrés Silvera, abanderado del último gran momento del Rojo de Avellaneda. Volverá a verse las caras con el Tolo Gallego, con Lucas Pusineri pero... Ya no es lo mismo. No está Montenegro, no está Insúa, no está Ríos..

Caía el desenlace del Clausura 2002 como una imagen negra dibujada en el parlamento del Diablo. Néstor Clausen había dejado al equipo al borde del abismo (y viceversa) y Américo Rubén Gallego, cuando restaban siete peldaños para intentar escalar y no hundirse en el precipicio, tomó las papas que ya estaban quemadas en busca de una complacencia. Nada pudo hacer (cinco empates y dos derrotas): Independiente, con sólo 15 puntitos, salió último en ese fatídico semestre. Pero el Tolo, temperamental si los hay, no huyó al dilema. Le buscó alternativas. En vísperas del Apertura llegaron Lucas Pusineri (más tarde conocido como San Lucas gracias a su gol a Boca) y Daniel Montenegro, un muchachito que ya había pasado por el club y que pegaba la vuelta desde Huracán. Ellos dos se sumaron a Andrés Silvera, (en definitiva, goleador del torneo con 16 tantos), y a Federico Insúa, un zurdito nacido de la cuna de Diego que pinceleaba rivales con sus aceleradas. Estos jugadores escribieron la bitácora del último Independiente campeón que se vio en la historia.

Después vino el Clausura 2003. Este mismo equipo, ese que también consiguió meter al Rojo en una Copa Libertadores después de nueve años ausentado, sólo cosechó 18 de los 57 puntos posibles. La consecuencia fue peor que la causa: el plantel se diezmó. El Rolfi se acurrucó en el nido de otro grande: River. El Pocho se europeizó en tierras españolas: voló hacia Málaga. Y el Cuqui prefirió los tacos y los mariachis: Tigres de México fue su parada. Al equipo de Avellaneda cayeron los Olarra, los Benito, los Manso y los Quinteros. Estos, entre otros muchos más, fueron los encomendados a hacer un buen papel internacional. La cosa no anduvo en la Copa Libertadores 2004 y el Rojo quedó volteado en el repechaje camino a la segunda ronda ante el Sao Caetano de Brasil, por penales. Fue la última salida oficial e internacional del club, del país...

Sin embargo, el destino todavía no había dado su sentencia final. A Insúa, a Silvera y a Montenegro, les depararía una sorpresiva vuelta al club que los vio campeones por primera vez. Pero jamás volverían a cruzarse, con una casaca roja puesta, en su carrera. El primero en volver a casa fue el Pocho en la temporada 2004-2005. Luego, ya en el Apertura 05, emularía a Claudio Marangoni y se mudaría a la Boca para ganar todo lo que se le cruzara de la mano de Alfio Basile. Ahí nomás, pegadito, casi cruzándose con su ex compañero, cayó el Rolfi. River no le compró el pase e Independiente, con Julio Comparada a la cabeza y desembolsando más de 3 millones de dólares, lo repatrió. Llegaba una nueva era del jovencito de Parque Patricios. Esta vez, como capitán.

El más reciente es el Cuqui, que sólo tiene que ponerle tinta a su nuevo ciclo independentista. Justo ahora que Montenegro emigró al América. Se intentó con Insúa, quien dijo que nadie se comunicó con él y, luego de un paso por las Aguilas, cayó nuevamente en Boca. "El fútbol da revancha", es la frase bien cassettera que se evoca más de una vez en el ambiente de la pelotita. "¿Qué más da?", dirá la gente del Rojo al ver que las vueltas de la vida gambetearon a ese trío ofensivo que generaba pánico en los rivales y goleaba a cuanto equipo se le pusiera en frente. De a uno, y sólo de a uno, volvieron al nido los caudillos del Independiente campeón 2002.

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