martes, 16 de febrero de 2010

Un Sufrimiento Innecesario





Si Gallego en la semana había advertido que le molestaba mucho la displicencia que mostraba su equipo en algunos pasajes, tras la victoria ante Estudiantes seguramente habrá potenciado su enfado. Pero tranquilo Tolo, que el árbol no tape el bosque. Independiente sumó su segunda victoria en el torneo y llegará entonado para los dos duelos clave: Vélez en Liniers y Racing en casa. La punta es un premio que halaga, un reforzador positivo para empezar a solucionar esos defectos que distorsionan la imagen de un equipo que se presume coqueto.

La decisión de Sabella de guardar a todos los titulares provocó alivio, aunque también le demandó mayor responsabilidad al Rojo, que jugaba por primera vez en su nuevo estadio bajo la luz del sol vespertino. El planteo inicial del Pincha fue mezquino pero inteligente. El conjunto platense dio una clase de presión y en apenas 10 minutos generó dos claras situaciones de gol. Se sabe que Independiente regala espacios detrás de sus volantes y que molestar a Acevedo es prácticamente ensuciar todo el juego del equipo. Por eso, si González hubiera tenido más precisión, la historia era otra.

En medio de ese complicado panorama, Independiente nunca renunció a su idea y, aún con imprecisiones producto de la asfixiante marca, cabalgó como pudo hasta Albil. Las únicas insinuaciones claras partían desde los centros de Mancuello (¿cuándo se animará a volver a desbordar como antes?) para Silvera, siempre activo e incisivo. Por derecha, Vella trepaba sin criterio y Piatti y Busse se anulaban mutuamente. Hasta que Mancuello robó en una salida y asistió con un gran pase al Cuqui, de prometedor arranque de torneo.

Con mayores espacios, el conjunto del Tolo fue netamente superior en el inicio del complemento y facturó por intermedio de Gandín, luego de una combinación entre Piatti y Silvera. “Listo, partido terminado”, se alivió un hincha en el Libertadores, mientras volvía a sentarse. Pero lo que siguió desde los 12 minutos del complemento fue una pesadilla. Las famosas displicencias volvieron a exhibirse en todas las líneas. La defensa insistió en marcar en línea (Galeano estuvo muy flojo en los cruces, raro en él) y se expuso a la velocidad de Núñez, Morales Neumann y Gaitán. Y el mediocampo apenas aportaba un hombre en la contención, obviamente Acevedo. Gabbarini tapó lo que pudo pero ni así se evitó el empate, un balde de agua fría en la tarde de San Valentín.

El gol salvador de Piatti, después de una jugada donde participaron Gandín y Patito Rodríguez (siempre clave como refresco, bien acompañado por Gracián). La calidad de sus individualidades salvó al Rojo de un empate con gusto asqueroso. La versión alternativa del Pincha, con apenas un punta neto, fue como una chispa que encendió un fuego feroz. Todavía invicto y con un prometedor potencial ofensivo, Independiente por ahora aprueba los exámenes con lo justo. Pero necesitará de mejores notas para aspirar a la graduación.

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